He visto en los últimos días un renacimiento tal vez sobredimensionado más por la personalidad del artista que por su obra en sí misma, me referiero a Caravaggio. Desde la resolución del misterio de su muerte hasta el inusitado deseo del premier italiano (Berlusconi) por adquirir una de sus obras a un coleccionista privado, hecho luego desmentido en titulares de la prensa , no dejo de pensar que posiblemente aun cuando la compra no se realizó, la motivación del gobernante se justificaba, muchos más pudiendo pagar por la pintura y, por la magnitud del autor.
El mundo artístico del siglo XIX no veía con buenos ojos a la pintura barroca, y tal vez el primer gran pintor afectado por este desprecio fue Michelangelo Merisi da Caravaggio (1573-1510).Sus primeras obras fueron pinturas sobre la vida cotidiana para la época, aunque con dimensiones superlativas, un ejemplo es “El tocador de laud”, un joven tan exultante, tan sonrosado y suntuoso que ha sido confundido frecuentemente con una muchacha. Sin duda, se trata de la representación de la belleza femenina en cuerpo masculino, los rizos seductores que llegan a su frente, sus manos curvadas que sostienen el laud, los suaves labios levemente separados para cantar o en señal de invitación…
"El tocador de laud"
Es posible que alguno de los observadores encontrara su encanto alarmante, con un aire decadente, de placer en venta, más el artista no critica la actitud del joven, lo muestra con una tristeza subyacente, como una criatura cuyos atractivos se irán, igual que los frutos y flores que lo acompañan, lo mismo que la música, quedando solo en la oscura habitación.
Ofensa al "sentido religioso"
Si la actitud hacia el “El tocador de laud” fue alarmante, no lo fue menos la respuesta a su obra referida al tema religioso, ya que lo presenta con un realismo sin compromisos que causó su condena. Los religiosos de la orden carmelita que le encargaron “La muerte de la Virgen” rechazaron la obra por considerarla indecente. Se corrió el rumor de que la modelo que utilizó fue una prostituta ahogada. Ciertamente a primera vista se trata de una pintura chocante, con la luz que choca irrevocablemente en el rostro sencillo y avejentado de la mujer fallecida, estirada en la cama, con los pies descalzos que sobresalen rudamente.
"La Muerte de la Virgen"
Lo sorprendente del cuadro es la sensación de muerte real, de verdadero dolor, sin que nada se encontrase preparado de antemano. Si María era humana, entonces realmente murió y, puede considerarse falta de fe, no del pintor, sino de los religiosos que rechazaron tal obra maestra. Una Virgen pobre, envejecida y ajada conserva todo su significado teológico, lo mismo ocurre con los apóstoles. María no aparece de la forma acostumbrada, en ascenso al cielo en toda su gloria. Caravaggio nos expone a su cadáver humano y a la pérdida humana.
A los pies de Magdalena hay una vasija de cobre, ha estado lavando el cuerpo. Cada detalle realista hace que la obra sea más, y menos, religiosa, uno de los grandes iconos de la cultura católica, una obra que impacta por su fuerza.
Caravaggio vivió la vida de un vanguardista, libre de convenciones tanto en su arte como en su vida. Algunos de sus predecesores tampoco fueron modelos de virtud, pero él fue sorprendente en su libertad hacia toda restricción, en sus riñas, en sus iras. Sin embargo, a pesar de su alocada vida y de su muerte en una playa solitaria, no hay nada de alocado ni indisciplinado en su pintura, sino una verdad abrumadora que resulta bella por si misma.
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