“¿Cómo se siente sabiéndolo todo?” le preguntó el escritor estadounidense Kurt Vonnegut a Isaac Asimov. “Inquieto”, le respondió. Tenía motivos para estarlo. Su extraordinaria versatilidad y legendaria productividad de este bioquímico de formación y escritor por vocación han quedado plasmadas en sus muy populares obras de divulgación y ciencia ficción. Se cuentan por cientos.
Hijo de emigrantes rusos, Asimov llegó a Nueva York con tres años. Aprende a leer y escribir antes de comenzar la escuela, y en el bachillerato escribe su primer relato, un cuento al estilo de las novelas de diez centavos que el padre vendía en su tienda de Brooklyng. Las prolongadas jornadas en el negocio familiar, donde podía leer todas las revistas baratas (sobretodo las de ciencia ficción, que su padre consideraba más educativas por aquello de la “ciencia”), forjaron su ecléctica personalidad como escritor: vasta erudición, capacidad para abarcar casi cualquier tema, estilo claro y sencillo y vocación de llegar a un público amplio.
Asimov publica sus primeros relatos en revistas de ciencia ficción poco antes de culminar, en 1939, sus estudios de bioquímica (su fobia a la sangre le impidió cursar medicina, deseo de sus padres). Al tiempo, empieza a tener cierto renombre con una serie dedicada a los “robots positrónicos” y a limpiar su estilo de los rasgos folletinescos de su trabajo de juventud.
Tras la Segunda Guerra Mundial, tiempo en el que trabajó como investigador químico para la Marina, se doctoró en química y consigue un puesto en la Universidad de Boston. Igualmente, se publica su primera novela de ciencia ficción, “Un guijarro en el cielo”, a la que seguiría una de sus sagas más conocidas, la trilogía de la Fundación, galardonada en 1966 con el premio Hugo a la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos. Esta saga de aventuras intergalácticas (inspirada en el clásico Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, del historiador británico Edward Gibson), más los relatos sobre robots (entre ellos su famoso Yo, Robot, que las célebres leyes de la robótica), fue su contribución más famosa y reconocida.
En 1958 Asimov da un giro a su trayectoria profesional, deja la universidad y la investigación para centrarse en la divulgación. Apasionado por la historia, particularmente la historia de la ciencia, publica su primer libro de no ficción: un manual de bioquímica para adolescentes. Su aceptación marcó profundamente su carrera. Asimov descubre sus dotes para plasmar de forma clara y didáctica sus conocimientos, su interés por difundir la cultura a todos los estratos sociales y, sobre todo, lo mucho que le gustaba hacerlo.
Escribía compulsivamente, por lo general en pequeñas habitaciones cerradas provistas con iluminación artificial. La gama de temas que trató fue muy amplia, ya fuera en obras de carácter enciclopédico, como “Guía de la ciencia para el hombre inteligente” y los catorce volúmenes de “Historia Universal Asimov”, o de síntesis, como “100 preguntas básicas sobre ciencia”
Hasta 1981 apenas había escrito algo más sobre ficción, pero a partir de ese añola retoma con gran éxito al volver con la serie Fundación y sus novelas sobre robots. Su actividad como conferencista fue incansable. El trabajo era su mayor distracción, por eso no le gustaban los feriados ni las vacaciones. Su intensa actividad sólo se detuvo con la muerte sucedida en 1992, tras un fallo coronario y renal. Posteriormente se conoció que la causa fue la infección por VIH contraída diez anos antes por una operación de corazón. Legó una gran obra: mas de 500 volúmenes y un sin fin de artículos. En su honor se nombró una revista de ciencia ficción, “Asimov´s Science Fiction”, a un asteroide, el 5020 Asimov, y a un robot, el humanoide ASIMO.
Fuente: Historia y Vida. Perfiles. 2008
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