"La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas." Miguel Ángel
lunes, 10 de mayo de 2010
PETER CARL FABERGÉ ARTISTA DE LA JOYAS
El huevo imperial de los lirios del valle
El extraordinario éxito que Peter Carl Fabergé tuvo en la vida y el hecho de que aun se le recuerde cuando otros excelentes artistas han sido olvidados se puede explicar de varias maneras: su trabajo representa las mejores tradiciones europeas de las artes aplicadas, solo utilizó materiales de extraordinaria calidad y empleó a los mejores artistas para la ejecución de sus diseños, finalmente, un elemento crucial que distingue su obra del resto: una calidad inigualable, impecable, que el tiempo ha resumido en su nombre: Fabergé
Primera época:
El primer aprendizaje de Fabergé como orfebre comienza en Alemania, donde estuvo bajo las ordenes del más importante orfebre alemán, Friedmann, en Francfort del Main . Fue entonces cuando emprendió su gran tour europeo, que se considera decisiva para su posterior trabajo. Visitó Italia y Francia, en Florencia, ciudad llena de tesoros acudió su famoso centro de talla de gemas, el Opificio delle Pietre Dure y es seguro que allí vio la colección Medicis de joyas esmaltadas y vasos. En París presenció los avances de la joyería francesa del siglo XVIII que tan profunda huella tendría en su obra.
Un audaz cambio de estilo:
Cuando Fabergé se puso al frente de la firma, ésta era un pequeño y próspero negocio familiarque cualquier otro se hubiera contentado en conservar. En lugar de esto, él se decidió por un atrevido cambio de estilo, pasando de la joyería ostentosa y cara, que por aquél entonces era muy popular, a una línea más ligera, un estilo en el que el diseño del objeto fuera más importante que el valor intrínseco de los materiales utilizados en su elaboración.
Pasó además a usar piedras y metales preciosos a otros menos caros y añadió minerales extraídos de la propia Rusia: El verde oscuro del jade de nefrita, el negro brillante de la obsidiana, la pureza del cristal de roca y los rojizos de la venturina (una variedad de cuarzo) inclusive utilizó madera de los bosques rusos: Haya de Karelia, palisandro y acebo blanco. Este último se pulía concienzudamente para realizar los estuches que caracterizaron su marca.
El huevo imperial Grisalla
El salto a la corte imperial Rusa:
Con su nuevo estilo obtuvo el gusto del público y prosperó, sin embargo a pesar de haber emprendido una aproximación totalmente novedosa de la joyería y la orfebrería, se inspiró, sobre todo en sus primeros años en modelos del mundo antiguo. Su reputación creció al recibir el encargo de copiar varios tesoros de Escitia, adornos del año 400 AC. Encontrados en Crimea en 1867. Estas copias, que en nada podían diferenciarse de los originales se expusieron en la Feria de Nurember de 1885 y valieron a Fabergé la medalla de oro, éxito que seguía al de la exposición Panrusa de 1882. A estas siguieron otras menciones honoríficas que consolidaron su reputación internacional. Pero no hay duda que el gran salto de su carrera tuvo lugar tras el nombramiento como joyero de la corte imperial rusa en 1885. Alejandro III le concedió su mecenazgo y con ello se dio inicio a una de las manifestaciones más sorprendentes de la orfebrería. Los huevos imperiales de pascua, tarea a la que habría de dedicar más de 30 años.
Huevo imperial de la coronación
El origen de la tradición de los huevos imperiales de Pascua:
Se desconoce exactamente las circunstancias que propiciaron el encargo de aquel primer huevo imperial, se dice que el Zar Alejandro III quería obsequiar a su esposa, Marie, una princesa danesa un regalo que le recordase su hogar, razón por la que le encargó a Fabergé realizar una copia de uno de los huevos de la Real Colección Danesa.
El regalo fue todo un éxito, pues a partir de entonces se decretó que cada año habría de realizarse una obra de semejantes características. El mecenazgo del Zar concedió a la casa Fabergé la oportunidad de alcanzar niveles de inventiva y ejecución exquisita necesarios para tal empresa. Dado que el elemento esencial del huevo era la sorpresa escondida en el interior de su cáscara, a veces se necesitaron años para diseñar algunos de ellos.
Tras la muerte de Alejandro III, ocurrida en 1894, continuó el apoyo con su hijo Nicolás II quien amplió su comisión a dos huevos por año para ser obsequiados a su madre la reina viuda y a su esposa la Zarina Alejandra Feodorovna. El título de joyero de la corte no era meramente honorario, y los huevos imperiales no fueron sino el pináculo de una larga serie de encargos de la corte.
Huevo imperial de los 12 monogramas
Los huevos imperiales constituyen un logro fabuloso, y es difícil que alguien en nuestros días pudiera repetirlo, lo que quizás explique por qué causan tal fascinación actualmente. Durante más de 30 años Fabergé se enfrentó al reto anual de crear una obra magnífica y sorprendente, sin reparar en precio; todos los recursos estaban al alcance de su mano, todos los materiales y todo el tiempo que necesitara para dar vida a una sola pieza cuya finalidad consistía en producir placer, crear un momento de mágica sorpresa la mañana de Pascua.
Huevo imperial de invierno
Estos objetos portentosos cuya elaboración requería tal esfuerzo y creatividad eran con frecuencia miniaturas. El primero medía 6,3 cms de ancho. El huevo de la coronación, de 1897, con su fabulosa sorpresa, un carruaje, tenía solamente 12,7 cms de altura. Estas características los convierten en auténticos tesoros inigualables e inimitables, reflejo de una época y resultado de una mente prodigiosa en sus diseños, de una destreza insuperable en su elaboración, de un cuidado máximo por el detalle y a la vez de un prodigioso uso de diversos materiales preciosos y semipreciosos en donde diseño y concepto marcaron la diferencia.
Etiquetas:Arte,Letras,Frases,Variedad
Arte,
Joyería,
Personajes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Excelente articulo, si me gustaria algun dia ver alguno en una exhibición.
ResponderEliminarSin duda esta es una de las colecciones de joyas más hermosas del mundo y su historia es apasionante.
ResponderEliminarLos detalles de los hechos y las hermosas fotografías este espacio que nos presenta a este gran artista de orfebrería durante en toda la historia humana.
Es un blog precioso, unos artículos muy interesantes, y unas fotografías que piden ser contempladas durante largo tiempo. Felicidades por el blog. Saludos. :)
ResponderEliminarGracias a todos por sus comentarios. La obra de Fabergé termina en el mismo instante de la revolución bolchevique de 1917. Los tesoros de la nación rusa quedaron sepultados, escondidos vendidos en el mercado negro. Durante el régimen de Stalin se abrió parte del patrimonio nacional a la venta del mejor postor y fue entonces que varios de los Huevos Imperiales salen de la Unión Soviética. Claro que otros ya estaban en Inglaterra pues la Madre de Nicolás II salió de Rusia antes de la crisis revolucionaria. Parte de la colección quedó en manos del millonario norteamericano Malcolm Forbes, quien los adquirió por elevadas sumas en subastas. Otra poseedora fue la heredera Marjorie Merriweather Post, quien adquirió muchos tesoros rusos y los llevo a su residencia en la capital de USA. Otra propietaria del trabajo de Fabergé es la Reina Isabel II de Inglaterra quien es fanática de sus animales de tallados en piedras semipreciosas.
ResponderEliminar