“El arte debería erguirse solo y atraer el sentido artístico de la vista o el oído sin confundirlo con emociones totalmente alejadas de él”
“Tres figuras: rosa y gris”
James Abbott Mcneill Whistler (1834 – 1903), aunque residía en Londrés, era estadounidense. Un personaje extravagante, fue una de las figuras más famosas y coloristas del mundo del pintura del siglo XIX. En 1855 deja los Estados Unidos y viaja a París con el propósito de estudiar arte. Lo hizo en el estudio de Charles Gleyre, un defensor del realismo, lo cual hizo que por un tiempo se convirtiese en un seguidor entusiasta de Gustave Coubert. Luego de cuatro años, abandona París y se establece en Londres en vista del éxito de sus primeros trabajos en Inglaterra.
“Autorretrato”
Whistler transitó en el límite del impresionismo durante los años sesenta del siglo XIX, estando bastante cerca de pintar puras “sensaciones”. Los grabados japoneses tuvieron una importante influencia en su estilo, de forma que fue de los primeros artistas en comprender y asimilar la lección del arte japonés para incorporarlo en su creación sin llegar a la imitación. Tradujo las cualidades bidimensionales, los tonos fríos y detalles de la pintura japonesa a un tratamiento muy personal de la armonía del color y de tono sobre superficies planas y decorativas.
“Nocturno en negro y oro: El viejo puente de Battersea” 1872-1875
Su obra “Nocturno en negro y oro: El viejo puente de Battersea” muestra su interés por los arreglos armoniosos de color y forma. Su título musical, da énfasis a las pocas notas de color que brillan en el fondo oscuro, que sugiere que tan solo nos da una impresión de lo que se ve, no de lo que en realidad está ahí. Su puente alargado se asemeja más a las imágenes de la pintura japonesa que al lugar al puente real que pinta. No obstante la fuerza de la pintura es genuina y tiende a pensarse que así debía verse Londres en ese tiempo, con sus humeantes chimeneas. Se nota la visión romántica de un extranjero (norteamericano) mucho más “enamorada” que el londinense medio.
“Muchacha de Blanco” 1862
Whistler demuestra su maestría al jugar con las formas y colores, y es su intrínseca relación, más que el juego de la luz, lo que prefiere y satisface. “Muchacha de blanco” es una gran pieza de arte decorativo, Jo Hefferman, su amante, ocupa placenteramente el centro del cuadro. Existe una exquisita sutileza en los diferentes tonos de blanco: La gruesa cortina adamascada; la suave blancura de su vestido; la rosa que sostiene en la mano, apenas sugerida por el marco del verde; al tiempo que su rostro bello y oscuro rodeado por la cascada de cabello resulta de una tristeza enigmática.
“Música y Pintura”
Wauuu...que historia tan interesante.
ResponderEliminarGracias por llevarnos a un viaje por épocas pasadas y de forma tan amena.
Felicidades!