Una lista muy pequeña de animales desempeñan en el simbolismo un rol tan preponderante como la abeja, insecto formador de estados o repúblicas. Ya en los tiempos más antiguos y remotos se recolectaba la miel de las abejas silvestres. Pronto se descubrió también la posibilidad de aprovecharlas mediante la apicultura y con ello se logró un gran progreso para asegurar la sobrevivencia del hombre. La miel se utilizó para elaborar medicinas, endulzar y fermentar; igualmente la cera para la fabricación de velas; y más tarde, también para la fusión de metales en “la forma perdida”. En Egipto fue utilizada para la momificación de cadáveres. Allí la apicultura se conocía desde el año 2600 a.C., y la abeja era el símbolo jeroglífico del Bajo Egipto.
Diosa “Neit”: antigua diosa de la guerra y la caza, posteriormente creadora de dioses y hombres, divinidad funeraria, diosa de la sabiduría e inventora en la mitología egipcia. También representada como “abeja”
En la China es muy antiguo su conocimiento y uso, la palabra abeja (“feng”) suena de un modo parecido a la que designa la “dignidad de conde”. Por lo demás, la abeja era menos símbolo de la diligencia que imagen del joven enamorado que revolotea alrededor de las muchachas. Igualmente, en algunos cuentos chinos, las abejas ayudan, como en Europa, a descubrir la novia adecuada. En occidente suele denominarse “pájaro de María” o “pájaro de Dios” y equivale al símbolo del alma. El que ve en sueños una abeja tiene ante sus ojos la proximidad de la muerte, el alma que se aleja en un zumbido. Por el contrario, si al fallecido le entra volando una abeja en la boca, vuelve a vivir. “Camino de las abejas” era como los antiguos alemanes describían el aire henchido de las almas de los muertos.
"Rosa Abeja" R. Fludd, Summun Bonum, Francfort. 1629
En el ámbito del Mediterráneo hubo a menudo curiosas ideas sobre las abejas; se las consideraba carentes de sexo, y se decía que provenían de cuerpos en descomposición, no tenían sangre y no respiraban. Ciertas comparaciones antropomórficas les atribuían virtudes: valentía, castidad, diligencia, pulcritud, viviendo armónicamente en su república y dotadas de sentido artístico (“pájaros de las musas”). Los sacerdotes y sacerdotisas de Eleusis se llamaban “abejas”. Como el descanso invernal de las abejas se equiparaba a la muerte, también se las consideró símbolo de la resurrección.
Ciertamente con estas acepciones la iconografía cristiana no escapó al influjo de las abejas. Fue el carácter infatigable de las abejas el que se constituyó en modelo del trabajo para la comunidad. San Ambrosio comparó a la Iglesia con la colmena, y a los piadosos miembros de la comunidad con las abejas, que de todas las flores sólo recolectaban lo mejor y evitaban el humo de la soberbia. La idea de que las abejas vivían del olor de las flores hizo de ellas un símbolo de la pureza y de la continencia; para Bernardo de Claraval eran un símbolo del Espíritu Santo.
Vitral con imagen de San Ambrosio “Elocuente”
En el ámbito profano se consideró a la abeja como un símbolo de la realeza, porque por mucho tiempo se confundió o creyó que la “reina” de las abejas era el “rey”. El lirio o flor de lis del escudo de Francia se ha hecho derivar hipotéticamente de la estilización de la figura de la abeja. La dulzura de la miel se tornó en símbolo de la elocuencia “dulce como la miel” de San Ambrosio y de San Juan Crisóstomo (“boca de oro”). Como símbolo de Cristo sirvió también la dulzura de la miel asociada a la clemencia, aunque en unión con el agudo aguijón para el juicio final. La idea también tomada de la antigüedad de que las abejas no engendran ellas mismas su prole, sino que la recogen de las flores que ellas visitan en su vuelo constante, las unió a la Virgen María.
Escudo "Abella de Conca"
Su utilización en la heráldica está relacionada con su múltiple aparición, ejemplos: en el escudo de la familia corsa de Napoleón Bonaparte, como símbolo del orden y la diligencia. En el antiguo Egipto, el rey del Bajo Egipto era “aquél que pertenece a la abeja”, como el junco era símbolo del rey del Alto Egipto.
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