“En el torbellino de las tendencias de vanguardia, o mismo semifuturistas, domina el color. Debe dominar el color como privilegio típico del estilo italiano.” Manifiesto del color. Giacomo Balla. 1918.
“Dinamismo de perro con correa” 1912.
Giacomo Balla (1871-1958) Pintor italiano, se dedicó a pintar escenas nocturnas y exteriores de la ciudad. Con posterioridad, abandonó el academicismo de sus primeros trabajos para seguir los postulados futuristas de Marinetti (Dinamismo de un perro atado). Sus estudios sobre la dinámica de la composición le llevaron a eliminar de forma gradual el uso de la figuración y a convertirse en uno de los precursores de la abstracción. Adopto la disolución de lo visible en puntos de color mediante la utilización de la técnica puntillista para pintar temas del futurismo: la dinámica y la velocidad. Balla fue un pintor lírico, ajeno a la violencia. Sus obras más reconocidas tratan la dinámica de la luz y el movimiento simultáneo.
“Niña que corre por el balcón” 1912. Óleo sobre lienzo.
Esta pintura de 1912 fue realizada luego del primer período que el artista pasó en la ciudad de Dusseldorf (Alemania), donde recibió el encargo para decorar la villa de Margherita Speyr y Arthur Löwenstein. La obra es un testimonio del intento de los futuristas por representar visualmente el movimiento. La inspiración de Balla proviene de estudios fotográficos realizados por Marey y Muybridge en cuanto a la captación del movimiento, y además siguió el procedimiento introducido por el cinematógrafo: secciona el desplazamiento de la niña por el balcón en numerosos y pequeños fotogramas y los aproxima en la tela, de modo tal que el ojo del espectador pueda reconstruir la escena en su totalidad. La subdivisión del espacio pictórico en pequeñas pinceladas de colores puros, dispuestos de forma geométrica retoma el estilo divisionista y acentúa el dinamismo de la composición realizada.
“Líneas-fuerza del mar” 1919. Óleo sobre lienzo
En la temporada veraniega del año 1919, Balla ejecutó una serie de veinte pinturas a las que titula “Líneas-fuerza del mar”. En estas obras, aplicó al tradicional tema marino las investigaciones que resultaron de los años previos en el ámbito paisajístico. Concentró su atención en los efectos de la luz y en el movimiento de las olas y embarcaciones. Concretamente busca un balance entre la fidelidad a lo real por una parte y la geometría abstracta por la otra. En cada tela de esta serie, el pintor intentó cambiar la disposición de los elementos, de su forma y su colorido. Cabe destacar que el propio Balla realizó las molduras y el color de sus marcos para prolongar la ondulación del movimiento que produce, incluso más allá de su propia superficie, lo que incrementa su sentido dinámico y a la vez decorativo.
En esta obra podemos observar su profundo deseo por interpretar el recorrido de la luminosidad que se esparce desde el farol de la calle, los rayos de luz bañan el entorno y se descomponen en una multiplicidad de colores que se aprecian en las pinceladas finas y curvas, se nota una armoniosa y a la vez contrastante presentación del color que nace de la luz blanca, la cual pese a su intensidad no es suficiente para ocultar a la luna.
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