Camille Pissarro (1830-1903) fue el patriarca de los impresionistas, no solo porque era un poco mayor, sino por su buen carácter y generosidad. Abandonó su educación formal al dejar a Corot en 1857 y comienza a pintar al aire libre. A pesar de su edad, se convirtió en uno de los impresionistas más receptivos a las nuevas ideas. Era un apasionado del progreso, algunas veces en detrimento de su propia expresión individual. Fue el único artista que expuso en las ocho exhibiciones impresionistas.
Pissarro fue un pintor dedicado y enormemente prolífico, solía entrar y salir del más puro impresionismo según su estado de ánimo, sin preocuparse por el rigor del estilo. Era el forastero del grupo y respondía instintivamente a la subyacente arquitectura de la naturaleza. Sus cuadros con su ingenua sencillez y su tosca superficie tuvieron influencia en Gauguin, Van Gogh y Cézanne, que se consideraba “alumno de Pissarro”.
“Huerto en flor”, Louveciennes, 1872.
Su obra “Huerto en Flor”, Louveciennes es un trabajo con huesos bajo la piel pictórica; el camino que se observa en primer plano conduce a un verdadero sentido de la distancia a través de los luminosos árboles impresionistas en flor. Hay una suavidad iluminada por la luz del sol peculiar del artista sabio y equilibrado con su sentido de libertad y contenida alegría.
“Campesina con sombrero de paja” 1881
“Campesina con con sombrero de paja” contiene una bella sencillez, una plenitud de forma que la nebulosidad del fondo no contradice, sino que confiere significado. Pissarro era una buena persona, cosa que aunque se ignore, puede percibirse en sus personajes y paisajes que desbordan bondad. La muchacha es sumamente sencilla, no se preocupa de si misma, y todo su ser, incluso la nariz enrojecida por el sol, está iluminado por la fuerte luz del día.
"Rouen, Rue de l'Épicerie” 1898
A los sesenta años, Pissarro llegó a sentirse fascinado con los neoimpresionistas y con su gran interés por la óptica. Experimentó con las técnicas divisionales de Seurat con escaso éxito. La obra tampoco fue apreciada por el público, y regresó a la espontaneidad del verdadero impresionismo.
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