La escena pictórica americana: El realismo solitario de Edward Hopper

 

Edward Hopper (1882 – 1967) pintó paisajes americanos y vistas urbanas de una inquietante veracidad. Mostraba el mudo que veía y le rodeaba pero a través de un frío cristal, que lo alienaba y con frecuencia lo mostraba vacuo. Sus personajes parecen aquejados por una extrema soledad. El pintor obtuvo celebridad y reputación por la forma que le dio a la soledad y al aburrimiento de la ciudad. Esta perspectiva fue novedosa dentro del arte con mucha vinculación al sentimiento de desesperanza generado por la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado.

“Tarde en Cape Cod” 1939

Esta pintura debería presentar una visión idílica, y de alguna forma lo es. La pareja disfruta en la puerta de su casa del sol del atardecer; no obstante, son una pareja solo técnicamente y su entretenimiento es totalmente pasivo. La casa se cierra a la intimidad; el perro es la única criatura alerta, pero incluso él, se aleja de la casa.

“La colina del faro” 1927

De las numerosas obras que Hopper dedicó a las vistas costeras, destaca la serie de los faros, cuya característica principal fue el uso de zonas iluminadas en franco contraste con amplias áreas sombreadas. La tela esta dividida en dos franjas horizontales, el cielo y la tierra, contrapuestas al empuje vertical de la casa y la masa cilíndrica del faro. El artista elige un punto de vista muy bajo, tanto que no se ve el mar, solo podemos imaginar su presencia al otro lado de la colina. El paisaje desnudo y la ausencia de personas infunden a la imagen una atmósfera inquietante.

“Los noctámbulos” (Nighthawks)

En este trabajo, los protagonistas se encuentran absortos en sus propios pensamientos, distantes e indiferentes a los demás. El artista afirmó que su inspiración vino de mirar a unos clientes de un restaurante de Nueva York, en la avenida Greenwich y que luego convirtió en un ícono de la soledad e incomunicación de las grandes ciudades.

“Gasolina” 1940

Si el expendedor de gasolina representa la civilización, el bosque del otro lado es el de la naturaleza, salvaje e incontaminada. Todavía se aprecia claridad en el cielo, pero las luces artificiales de la casa indican que anochece y que el hombre, otro mas de los taciturnos personajes del pintor ha terminado su jornada.

Art Nouveau: La linea curva que representa la vida

 

“El beso de Elena” Gustave-Adolphe Mossa. h. 1904

La definición “Art Nouveau” proviene de una galería de arte dedicada al interiorismo llamada Maison de l´Art Nouveau inaugurada en 1896 en la Rue de Provence, en París por Siegfried Bing. Más que un autentico movimiento apunta a una actitud o estado de ánimo compartido por artistas muy dispares en cuanto a sensibilidad, educación e intereses; dedicados a diversas disciplinas, tanto pintura y arquitectura, como artes decorativas e incluso literatura. Se le conoció a lo largo de Europa por varios nombres, En Austria se le llama Sezessionstil, para indicar el estilo derivado de la Secesión. En Alemania se nombra Jugendstil, por la revista Jugend, fundada en Munich en 1896 y se difunde gracias a los Vereiningten Werkstätte Für im Handwerk (Laboratorios reunidos para las artes aplicadas), en ellos colaboran particularmente arquitectos y diseñadores. En Italia adopta la denominación de “estilo floreado” por la preferencia dada a los temas botánicos.

“Fatalidad” Jan Toorop. 1893.

La última razón que guía a los exponentes del Art Nouveau es su aversión a ver el arte como una imitación o recreación de los modelos antiguos, según las enseñanzas académicas de la época. Surge como respuesta al desarrollo industrial que cambia los estándares de la vida en todos los aspectos, no solo la economía y las relaciones sociales , sino inclusive la forma de juzgar y valorar la vida y el mundo. Experiencia y tradición versus la superioridad de lo nuevo, la invención, lo inédito y lo original. Sin embargo la actitud de los artistas que se enfrentan a la producción industrial no es única: frente a los que celebran los descubrimientos de la técnica están los que critican la linealidad de la producción en serie. Positivismo y Espiritualismo son dos caras en la moneda de esta tendencia.

“La mujer de las orquídeas” Edgar Maxence, 1900.

Los aspectos relevantes se encuentran en la inclinación hacia aspectos decorativos que se inspiran en el arte japones, temas simbolistas que son reinterpretados con nuevos códigos personales que apuntan a gran diversidad de símbolos que aluden una notable variedad de asuntos.

“La esfinge (Las caricias-El arte)” Fernand Khnopff, 1896.