"La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas." Miguel Ángel

martes, 3 de agosto de 2010

Pablo Picasso: El cubismo y la fuerza como eje de la belleza.



La genialidad de Pablo Picasso (1881-1973) se basaba en las líneas largas y ningún artista le ha superado en lo que respecta a la pura invención, fue uno de los pintores más versátiles, con una personalidad igualmente avasallante. En el transcurrir de todo el siglo XX y aún en el presente el público se ha sentido intrigado o escandalizado por su obra, sin conocer con certeza su verdadero valor. Su trabajo se ha catalogado por épocas, los primeros años desde 1901 hasta 1904 se conocen como su época azul, la cual se inicia con tiempos de pobreza luego de trasladarse a París, luego deviene en su época rosa, cuando ya comenzó a hacerse conocido.

“Familia de saltimbanquis” 1905

Pese a que comenzó a pintar siendo bastante joven, Picasso tenía una increíble ambición, y su “Familia de saltimbanquis” pretendió ser, desde el inicio, una importante declaración. Se trata de una obra enigmática, de gran tamaño de su período rosa que revela su soberbia habilidad gráfica y sutil sensación de pobreza y tristeza que marcaron esos primeros años. Los cinco acróbatas itinerantes se ven agotados y solitarios en medio del paisaje árido y monótono; la joven separada del grupo parece no pertenecer a este mundo, aunque también participa de su melancolía y concuerda con la escena por su estado de ánimo. Se nota algo portentoso en este cuadro, un misterio no declarado. Se tiene la sensación de que su autor tampoco sabe la respuesta; solo la interrogante. El arte ya es un medio emocional para él, es un espejo que refleja sus estados de ánimo y su melancolía mientras persigue la fama como artista.

“Les demoiselles d´Avignon” 1907

Con poco más de veinte años, cuando ya finalizaban sus períodos azul y rosa de autocompasión, Picasso cambia radicalmente la realizad cognitiva con una obra que sus amigos llamaron “Les demoiselles d´Avignon”, aludiendo a un famoso burdel. Estas “demoiselles” provocaban aversión a sus espectadores pese a sus insinuaciones. Ésta es la imagen imprescindible en cualquier debate sobre arte del siglo XX. Fue la primera obra de lo que posteriormente se denominaría “Cubismo”, aunque el cálido rosa de las deformes jóvenes se aleja por mucho del cubismo posterior, con sus infinitas sutilezas de gris y marrón. Resulta casi imposible sobrestimar la importancia de esta pintura y el profundo efecto en el arte que le siguió. Las cabezas salvajes e inhumanas de las figuras resultan del contacto reciente de Picasso mantuvo con el arte tribal, pero es ese trabajo con las cabezas, hechas con una libertad salvaje, casi temeraria, en las que incorpora su visión personal y que utiliza para liberar sus necesidades físicas, lo que hace que este cuadro posea una extraña fuerza.

Picasso no se atrevió inicialmente a mostrar esta obra ni a sus admiradores, que siempre hubo muchos, sin embargo, Georges Braque, le fascinó y su fuerza salvaje lo empujó, hasta que finalmente comenzó a trabajar con Picasso en este nuevo estilo artístico. El cubismo implicaba ver la realidad simultáneamente desde todos los ángulos, encajar el objeto en la red de su contexto real. No debían existir líneas que limitasen la verdad, sino una forma que surgiese de todos los aspectos intuidos juntos.

“Los amantes” 1923

Picasso experimentaba constantemente, despreciaba la idea de limitarse a un solo estilo, su creatividad y versatilidad siempre sorprendieron a sus contemporáneos. Cuando parecía que se había instalado en una forma particular de ver, cambiaba repentinamente. No tardó en hacerse rico, y cuando los escándalos provocados por sus primeros métodos artísticos se olvidaban, los revivía con su temática. Fue un artista autobiográfico donde las mujeres de su vida fueron las que ofrecieron el drama cambiante: Cada relación precipitaba una nueva ola de creatividad con una nueva modelo y una nueva visión. “Los amantes” muestra su vena clásica, en esta obra da forma sustancial de manera sencilla y soberbia a un drama casi teatral. Esto ocurrió durante su enamoramiento con Olga Kokhlova, la distinguida bailarina rusa con la que se casó y cuya elegante influencia Picasso negó cuando su relación empezó a fallar. En “Los amantes” se aprecia una gran gracia característica del ballet, y aunque pictóricamente hablando era muy cambiante, Picasso nunca rechazó por completo los estilos, como hacía con las mujeres.

“Mujer desnuda en un sillón rojo” 1932


La amante que inspiró el arte más encantador fue Marie-Thérese Walter, una muchacha alta y tranquila cuyas formas redondeadas le encantaba plasmar en el lienzo. Picasso era un artista tan variado, tan sorprendente en sus invenciones, que cada espectador puede encontrar su época favorita. Sin embargo, la obra que le inspiró Marie-Thérese parece surgir de una profundidad que tal vez no haya sido igualada en el resto de su trabajo. En “Mujer desnuda en un sillón rojo” vemos por última vez a un Picasso benigno. Existe algo en la vulnerabilidad de Marie-Thérese, en su forma de fecundidad maternal, que a él le resulta positivamente tranquilizador.

"Nude, Green Leaves and Bust" 1932

Todas las pinturas de Marie-Thérese resultan notablemente satisfactorias (al menos hasta que la relación empezó a enfriarse) plenas, elegantes, casi dulces y, sin embargo, desafiantes. Picasso juega con la rotundidad de su cuerpo y con la fuerte paradoja de su extrema juventud (sólo tenía 17 años cuando se conocieron) pero la satisfacción física que ella le proporcionó, socorriéndole y alimentándole, hizo que esa sencilla niña fuese en cierto sentido una figura maternal para el pintor. “Mujer desnuda en un sillón rojo”, con su luminosa cualidad física, que incluso parece compartir el sillón al enredarse y brillar alrededor de su propio cuerpo, todavía expresa la dicotomía del doble papel de la modelo en el tratamiento dado por Picasso a su rostro: es a la vez luna llena y luna creciente, cara redonda y de perfil.

Otras amantes como Dora Maar, una intelectual, o Fracois Gillot, otra artista (ambas con una fiera determinación), hicieron brotar la crueldad de Picasso, su decisión de que nada le impresionase. Incluso en su vejez, cuando le cuidaba su segunda esposa, Jacqueline Roque, la utilizó como munición en su batalla contra el destino. Se sentía enfurecido por la pérdida de su potencia sexual en los últimos años, y pretendió compensarla con el peso fenomenal de su fuerza artística.

“Mujer llorando” 1937

Su retrato de Dora Maar, “Mujer llorando” pintado el mismo año que su gran obra “Guernica”, posee una terrible fuerza. Es un cuadro en el que la acidez de los amarillos y verdes luchan de forma amarga e implacable contra los cansados rojos, los blancos enfermizos y los siniestros purpuras. Las lágrimas de Dora Maar están casi con toda seguridad, provocadas por el mismo Picasso, revelan su angustiosa necesidad de respeto; El pintor le retribuye con una obra salvaje.

La fuerza era su don especial, tenía la habilidad de convertir, incluso los temas más nimios en obras llenas de fuerza, a veces incluso excesiva. Si se acepta la tesis de que la belleza supone fuerza, Pablo Picasso estaría en el extremo de ella.

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