Pieter Brueghel (1525-1569), nacido en Breda, provincia flamenca de Bravante, fue el padre de toda una saga de pintores Brueghel; sin embargo, ninguno consiguió el estilo paterno que tanto ha maravillado al mundo con sus creaciones. El apodo de “campesino” que le han asociado es inapropiado, en principio porque dispuso de una educación y viajó con frecuencia, amigo de humanistas y protegido por el Cardenal Granvella, su mecenas. A pesar de sus viajes por Italia y Francia, alrededor de 1553, las influencias más fuertes en su trabajo provienen de El Bosco y Joachim Patinir (1480 – 1525). En las pinturas de Brueghel se observa la continuidad de la tradición holandesa: desde las fantásticas invenciones de El Bosco (que posteriormente, en manos de Brueghel, sería de origen cómico y agradable) hasta los apasionados y reverentes paisajes de Patinir. Las pinturas de Pieter Brueghel no son italianizadas en absoluto, y la clásica búsqueda de las formas ideales no tiene espacio en su arte.
La única aplicación relevante del apodo mencionado es que el artista pinto frecuentemente campesinos, obras que han sido consideradas por algunos como satíricas, pero que según otros poseen un alto grado de compasión y cariñosa preocupación.
El banquete nupcial. 1567-1568
Ciertamente, el famoso “Banquete nupcial” muestra los rostros redondeados y si se quiere faltos de inteligencia de los invitados, presenta a la novia obesa y tonta, henchida de satisfacción bajo su corona de papel, la mesa plena de invitados deseosos por comer. Lo que puede mirarse con sentido jocoso también se nota doloroso. La pobre novia resulta patética en su hora de triunfo, y los invitados, engullen la comida, humildes platos de avena cocida con leche o de natillas, servidos en una simple tabla. La escena se desarrolla dentro de un establo decorado pero realista. Muestra la celebración de personas pobres. La niña lame con gusto su plato vacío mientras el gaitero, que debe tocar hasta que reciba la comida, mira la avena con el ansia de los que se encuentran verdaderamente hambrientos. Es un tema muy serio, la degradación de la clase trabajadora, tratado con un humor desinteresado y a través del cual puede verse su implícito significado.
La Torre de Babel. 1563
“La Torre de Babel” presenta una pavorosa complejidad, empequeñece las figuras humanas con su orgullo autoritario, reduce el trabajo más gigantesco a una inútil escabullida de seres diminutos. Brueghel era un pintor muy culto y refinado, con una percepción erudita del mito y la leyenda. Su versión de la antigua historia de la Torre de Babel dista mucho de ser una simple representación de un pasaje bíblico. De hecho nunca trabaja la superficie, sino siempre la profundidad. Tanto si es el mito griego de la caída de Ícaro, cómo la historia bíblica de la construcción de la Babel, lo que a él le importa es el significado visual.
Día sombrío. 1565
Ese significado característico se patentiza en su verdadero logro, sus paisajes, ahí radica la gloria de Brueghel, lo que lo hace estar entre los más grandes del mundo, en particular la serie de obras de los meses, al estilo de los hermanos Limbourg (maestros de la pintura en miniatura que ilustró manuscritos). Una de esas pinturas es “Día sombrío”, tan solo se conservan cinco, pero nunca han sido superadas en su verdad, dignidad y misterioso poder espiritual. Brueghel nunca fuerza una moraleja. El más discreto de los pintores expone meramente la inmensidad de la naturaleza que rodea la vida del hombre. La obra trata de los oscuros días de febrero y marzo, solamente iluminados por el carnaval. Sin embargo, el tema va mas allá que el final del invierno. Se muestra un universo vasto y elemental, a través del cual fluye un río enfurecido. Destaca un amenazante cielo cada vez mas bajo. Los aldeanos quizás trabajan o tal vez se diviertan, sus actividades se reducen dentro del amplio contexto de su realidad. El primer plano está iluminado , y con ello pretende crear la ilusión de la actividad humana, inmersos en su trabajo, pretenden olvidar la amenaza de la violencia de la naturaleza y la oscuridad.
Cazadores en la nieve. 1565
“Cazadores en la nieve” es a la vez sensualmente abrumador, la mismísima sensación de frío en forma visual, y emocionalmente extenso. El misterioso espacio del valle y sus montañas, sus lagos y árboles desnudos, sus diminutos habitantes y sus pájaros de largos vuelos; todo esta ante la vista del espectador. Cada detalle ofrece información sobre la estación, mientras la hoguera arde y los perros regresan fatigados a casa. El brillo del blanco esconde los detalles, pero resalta la totalidad, y solo los seres humanos disponen de tiempo para jugar. La grandiosidad de la visión de Brueghel es la habilidad de compartirlo todo con el observador. Consigue que se perciba el significado de vivir en el mundo físico, sus montañas, sus valles, sus ríos, sus nieves. Ningún otro pintor ha tenido tal amplitud de visión. Puede percibirse que esto no es lo que Brueghel vio, sino lo que fue objetivamente la realidad.
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