domingo, 18 de julio de 2010
Diamantes: Esplendor mineral convertido en objeto de deseo.
Diamante Wittelsbach
No hace mucho tiempo vi la película “Un plan brillante” (Flawless) protagonizada por Demi Moore y Michel Caine, en la que se lleva a cabo un extraordinario robo de diamantes en la compañía que monopolizaba y presumo que aun es así actualmente, la extracción, clasificación y comercialización de diamantes mundialmente. Otro filme que muestra el lado nada glamoroso detrás de la extracción de estas gemas es “Diamantes de sangre” con Leonardo Di Caprio como personaje central. En todo caso, hago esta introducción para referenciar lo que se ha constituido desde tiempos muy antiguos como un objeto cuyas características físicas y la intervención humana lo han convertido en símbolo de estatus, riqueza, perdurabilidad, compromiso y grandes conflictos humanos.
Como mineral, el diamante no es más que carbono puro cristalizado, es la gema más valiosa en la joyería y puede ser tallada en diversas formas. También es la sustancia de mayor dureza conocida (10 en la escala de Mohs), y por su altísimo índice de refracción de la luz y su dispersión de color resulta inigualable como gema “esplendorosa”. La valoración de las cualidades de los diamantes en la joyería se realiza según cuatro medidas denominadas las cuatro “C” COLOUR (Color), CLARITY (grado de pureza), CUT (talla) y CARAT (peso en quilates). Esta gema puede presentarse en tonalidades que van del blanco azulado al blanco débil, todos ellos incoloros a simple vista, también los hay de tono amarillos de diversas gradaciones, se ven casos de diamantes de colores inusuales, como el rosa, azules, ligeramente purpuras.
Bien por su extraordinario peso, su gran calidad, o por su historia ligada a personajes y acontecimientos extraordinarios o legendarios, hay diamantes conocidos con nombre propio, como si de pequeños dioses o seres mitológicos se tratara, he aquí una muestra de ellos:
Briolette de la India
Se trata del diamante más antiguo tallado que se conoce. Su peso es de 90,38 quilates con talla en forma de “briolette”, se cree perteneció a Leonor de Aquitania, cuyo esposo Luis VII de Francia lo adquiriría en Asia Menor durante la Segunda Cruzada (1146-1149). También es historia no comprobada que Leonor se lo regalase a Ricardo Corazón de León y que este lo entregase como rescate cuando estuvo prisionero en Austria. De lo que no cabe duda es que Enrique II de Francia se lo obsequió a Diana de Poitiers, quien aparece retratada luciendo la extraordinaria gema en algunas pinturas de la época (primera mitad del siglo XVI). En tiempos más recientes perteneció al magnate americano Harry Winston.
Cartier
Originalmente un diamante en bruto, tallado en Sudáfrica en 1966 con un peso de 240,8 quilates. También fue propiedad de Harry Winston , quien lo mandó a tallar en forma de pera para finalmente quedar con un peso de 69,42 quilates. En 1969 fue adquirido en subasta por la casa Cartier , quien le dio el nombre de su firma, al siguiente día lo compró Richard Burton para regalárselo a su entonces esposa Elizabeth Taylor. En 1979 Taylor lo vendió a los joyeros Lambert Bros de Nueva York, quienes lo rebautizaron con el nombre “Cartier-Burton”
Cullinan
El enorme de este diamante de 3.107 quilates hallado en las minas de Sir Thomas Cullinan cerca de Pretoria (Sudáfrica) fue regalado por el gobierno del Transvall a Eduardo VII de Inglaterra en 1907. Un año después sería llevado a tallar a la firma Asscher de Amsterdam. De su fragmentación y tallado de la piedra original resultaron las siguientes gemas:
“La gran estrella de África”, el diamante tallado más grande del mundo con un peso de 530,22 quilates. Se encuentra engastado en el cetro de la Corona Británica que se encuentra resguardado en La Torre de Londres.
“La segunda estrella de África” con un peso de 317,40 quilates, segundo más grande del mundo se halla engastado en la Corona Imperial Británica, también en custodia en la Torre de Londres.
Un “pendeloque” de 94,40 quilates engastado en la corona de la Reina Mary de Teck, que ahora pertenece a Isabel II de Inglaterra, quien suele usarlo como broche.
Reina Mary de Teck, abuela de Isabel II de Inglaterra.
Un brillante cuadrado de 63,60 quilates perteneciente a la Reina Isabel II de Inglaterra.
Un diamante en forma de corazón de 18,80 quilates engastado en un broche de la Reina Mary.
Dresden
Son seis diamantes indios llamados de Dresden por haber pertenecido a Augusto el Fuerte de Sajonia (1670-1733) que los guardaba en Dresden. Uno de ellos es el Dresden blanco de 49,71 quilates, otro el Dreden verde de 41 quilates y otros cuatro amarillos.
Eugenia (o Potemkim)
Brillante ovalado de 51 quilates que toma el nombre de la Emperatriz Eugenia a quien Napoleón III se lo regaló con motivo de su boda. Previamente perteneció a Catalina la Grande de Rusia, quien lo lució el día de su coronación en 1762 y lo regaló más tarde a su favorito Grigori Potemkim.
Florentino
También conocido como “Austríaco Amarillo” y “Toscano” pesa 137,27 quilates y su primer propietario conocido fue Fernando I de Medici, según inventario fechado en 1621. Continuó en poder de la familia Medici hasta el siglo XVII cuando las joyas de Toscana pasaron a la Casa Imperial de Austria. El diamante permaneció en el tesoro de la Casa de Habsburgo hasta 1919, cuando Carlos I, previendo su abdicación, lo desprendió de la corona y gestionó en secreto su venta. Se desconoce su paradero actual. Existen sospechas de que la gema fue fraccionada en tres piezas irreconocibles.
Hope
Recibe su nombre de Lord Henry Philip Hope, quien lo adquirió en Londres en 1830. Pesa 45,52 quilates , es de raro color azul profundo y fue cortado en forma oval (cojín) y tallado con 60 facetas. Se supone que el Hope formara parte de los “diamantes azules de la Corona Francesa” y fuese robado durante la Revolución, portando desde entonces, la mala suerte y la desgracia a sus propietarios. Sobre esta leyenda, Susanne Steinem Patch escribió el libro “Misterio Azul”. Lord Hope lo heredó de su padre y lo vendió en 1901 a Simon Frankel de Nueva York. Desde entonces ha pertenecido a Abdul Hamid II Sultán de Turquía, a los joyeros Cartier, Evelyn Walsh McLean y Harry Winston, quien lo donó al instituto Smithsoniano en Whashington dode es exhibido al público en la sala de gemas.
Regente
De 140,50 quilates fue vendido en 1717 al Duque de Orleans, Regente de Francia durante la minoría de edad de Luis XV, quién lo lució en su coronación en 1772. La joya desapareció durante la Revolución Francesa y fue reencontrada en París años más tarde. Se dice que con el dinero de su venta se financió la ascensión al poder de Napoléon, quién lo hizo engastar en el puño de su espada que utilizó en su coronación como Emperador. En 1940, fue escondido en el Castillo de Chambord. Después de la guerra volvió a París donde se muestra en el Museo del Louvre.
Sancy
Famoso diamante indio conocido también como el “Gran Sancy” con forma de pera y talla en rosa, con tabla de 5 caras, y un peso de 53.23 quilates, posee varias versiones sobre su transcurrir histórico: Aparece por vez primera en 1593 como propiedad de Nicolás Harlay, Señor de Sancy, quien lo compró en Constantinopla y lo llevó a Francia. Lo presta a Enrique III y Enrique IV de Francia y en 1599 lo pone en venta. La hermana de Sancy, esposa del Conde de Beaumont, embajador francés en Inglaterra, lo vende a Jaime I, que lo llevó en su sombrero. En 1625, lo hereda el hijo de Jaime, Carlos I, cuya esposa lo lleva de nuevo a Francia. Más tarde aparece en manos del Cardenal Mazzarino, quien lo legó en 1661 a Luis XIV.
Fue llevado en la coronación de Luis XV y más tarde por María Antonieta y Luis XVI. En el siglo XIX aparece en manos de Manuel de Godoy, favorito de la Reina española María Luisa, de quién pasó a los Borbones españoles. En la actualidad es propiedad del Museo del Louvre.
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