viernes, 14 de mayo de 2010
ANA DE MENDOZA Y DE LA CERDA, PRINCESA DE EBOLI.
Uno de los personajes históricos que me ha llamado la atención por esa especie de aura compuesta por inteligencia, sagacidad y cierta perversión, a la que se le suma la leyenda de su especial belleza pese a haber perdido un ojo, es la Princesa de Éboli, Ana de Mendoza de la Cerda. Recientemente pude ver la película “La Conjura del Escorial”, una recreación del no menos famoso incidente sobre el asesinato de Juan de Escobedo, secretario del hermano bastardo de Felipe II, Don Juan de Austria. Complot en el cual se afirma que la princesa participó activamente. En este hermoso filme, Julia Ormond personifica el complejo personaje de Ana de Mendoza, ya viuda y en plena relación “prohibida” con Antonio Pérez, primer secretario del Rey Prudente (así se le conoce a Felipe II). Uno no deja de pensar cuán importante fue para esta mujer, su inteligencia y manejo de las intrigas de la corte para valerse de grandes medios e influencia que inclusive llegaron a modificar el curso de la historia de su país.
Doña Ana de Mendoza
Doña Ana, proviene de una familia de la rancia aristocracia española, hija única del matrimonio entre don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, virrey de Aragón y también de Cataluña, y doña Catalina de Silva, hija predilecta, creció entre los mimos de una niña de su condición social, pero a la vez con tendencia a las actividades masculinas, se conoce su afición temprana por la esgrima y fue en uno de esos momentos en los que quiso practicarla que por obra de un traspié su cara dio contra el florete de su oponente, y pierde su ojo derecho. Este evento que pudo costarle la vida, al principio la sumió en la tristeza, pero gracias a su madre y a su fortaleza de carácter logra superarlo, su madre es la primera en llamar cariñosamente “la tuerta”, apodo con el que muchos a sus espaldas la nombrarían. Con el tiempo el ojo cubierto se convertiría en una de sus principales fortalezas que la harían destacar frente a otras personalidades femeninas. En cualquier caso, su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte.
Teresa de Jesús, conocida también como Teresa de Avila.
Su matrimonio es concertado tempranamente, el hombre que la desposa es el principal secretario de Felipe II, Don Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli (Éboli: Ciudad ubicada en el Reino de Nápoles que para la época se encontraba bajo el poder de la Corona Española). El matrimonio acontece al contar ella los 14 años. Durante el tiempo que dura su matrimonio se presentan momentos en los que resalta su carácter indomable y conflictivo, fueron notorias sus confrontaciones Teresa de Jesús (Santa Católica) pues solicitó junto a su esposo el establecimiento de dos conventos Pastrana (pueblo y municipio situado al sur de la provincia de Guadalajara, Comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, España.) pero no dejo libertad a la monja para que dictara los trazos de los mismos según los cánones, se interpuso al querer dictar como debían ser construidos. Su esposo intervino para sosegar la animosidad existente entre su esposa y Teresa. Conflictos que volverían luego de la muerte de éste en 1573 dado que la viuda de 33 años quería hacerse monja y pero no someterse a las estrictas reglas de vida que el convento carmelita le exigía. Tras el fallido intento de sumarse a las esposas de Cristo y su disputa con Teresa de Jesús, regresa a su palacio en Madrid para incorporarse activamente en la corte.
Felipe II de España
Las Intrigas de la Corte
Por su alta posición, además de ser la viuda del más próximo secretario del Rey, se dijo prontamente que mantenía relaciones con este siendo amiga de la reina Isabel de Valois para ese momento. Hecho este que no pudo confirmarse. Lo que si tiene mayor veracidad fue su relación con Antonio Pérez, Antonio Pérez, secretario del rey. Antonio era seis años mayor que ella y no se sabe realmente si lo suyo fue simplemente una cuestión de amor, de política o de búsqueda de un apoyo que le faltaba desde que muriera su marido. Estas relaciones fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria, además de que mantenía contactos con los rebeldes holandeses. Antonio Pérez, temeroso de que revelase el secreto, la denunció ante el rey de graves manejos políticos y Escobedo apareció muerto a estocadas, de lo que la opinión pública acusó a Pérez, pero pasó un año hasta que el rey dispuso su detención. Los motivos de la intriga que llevaron al asesinato de Escobedo y a la caída de la princesa no son claros. Parece probable, junto a la posible revelación de la relación amorosa entre Ana y Antonio Pérez, también la existencia de otros motivos, como una intriga compleja de ambos acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal y contra don Juan de Austria (hermano de Felipe II) en su intento de casarse con María Estuardo (Reina de Escocia).
Don Juan de Austria
Tras este complejo incidente la suerte de la Princesa cambia radicalmente, El Rey la encierra en 1579, permanece hasta su muerte en su Palacio Ducal de Pastrana, la privan de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes. En el morirá sin volver a obtener el favor real. Se especula el porqué del ensañamiento real contra ella, no habiendo quedado clara su participación en la intriga frente a esto hay respuestas que se orientan hacia los celos de Felipe al saberla amante de su secretario. No obstante pese a su dureza hacia ella veló por su descendencia. Ana Mendoza de la Cerda, Princesa de Éboli muere en Pastrana en el año de 1592 bajo el cuidado de su hija también llamada Ana.
Juan de Escobedo
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