sábado, 14 de agosto de 2010

Caducidad



Del árbol de mi vida

se desprende hoja tras hoja.

¡Oh, mundo de delirios,

cómo nos sacias,

cómo nos sacias y fatigas,

cómo nos embriagas!


Lo que hoy aun florece,

pronto se marchita,

pronto sonará el viento

sobre mi tumba parda,

sobre el niño pequeño

se inclina la madre.


Quiero ver sus ojos de nuevo,

su mirada es mi estrella,

todo lo demás puede dispersarse,

todo muere, todo muere gustoso.


Sólo permanece la Madre eterna

de quien procedemos,

sus dedos escriben juguetones

nuestro nombre en el aire efímero.




Hermann Hesse

1 comentario:

  1. Gracias ANTONIO...la poesía de Hesse es tan emotiva y cargada de belleza que nunca pasará de moda.
    Permanecerá como una huella que nos recordará el sufrimiento humano tan unido a la vida.

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