domingo, 16 de mayo de 2010
VERMEER: SILENCIO, LUZ Y DETALLE HECHOS PERFECCION
“Mujer sosteniendo una balanza”
Existe algo en la percepción reverente del pintor de bodegones que recuerda a uno de los grandes solitarios de Holanda del siglo XVII: Jan Vermeer (1632-1675). No es que fuese un solitario, ya que tuvo once hijos y una poderosa familia política, pero nada de ese bullicio que llenaba su hogar se ve reflejado en sus maravillosas pinturas, y mucho menos una sugerencia de su familia.
Vermeer no necesita la luminosidad en sus obras, en su obra “Mujer sosteniendo la balanza puede verse que las persianas están cerradas casi totalmente, con la luz iluminando de forma oblicua los bordes. Capta la aterciopelada piel de la chaqueta de la dama, el lino bordado que elegantemente cubre su cabeza inclinada, las perlas que brillan sobre la mesa en sombras. Se desvía sobre un dedo, un collar, pero solamente insiste en su silencio, que puede interpretarse como la pureza de lo que existe: es puro porque existe. Así mismo pueden captarse otros símbolos en la pintura, el detalle de que la dama comprueba la balanza vacía y el cuadro detrás de ella “El juicio final”.
“El geógrafo”
Pero el significado también se encuentra en el equilibrio que hay entre luz y oscuridad que se mantiene en una armonía dinámica. De hecho se observan otros equilibrios: La cálida piel humana contra la prenda sedosa con ribete de piel, su mano inestable contra la certeza fría del metal de la balanza.
"Mujer con jarra de agua"
Se llega a creer que las pinturas de Vermeer presentan una realidad, pero no una realidad cotidiana, sino una mayor, menos frágil). Su triunfo inimitable se encuentra en la capacidad para concentrarse de forma absoluta en la fidelidad óptica, en el detalle más pequeño de las cosas materiales. Cada Textura tiene completa integridad en forma pictórica. Indudablemente omite cosas, pero el observador no se da cuenta, Y esta sensación de verdad total, que nos ofrece con un respeto por lo que está presente corporalmente, lo que hace adquirir un sentimiento de espiritualidad sin esfuerzo alguno.
“Vista de Delft”
Marcel Proust, escritor francés consideraba “Vista de Delft” obra de Veermer el mejor cuadro jamás pintado, en cierto sentido llega a ser muy discreto, se trata de una escena casi topográfica del aspecto de la ciudad holandesa. No hay invención alguna, solo descripción, pero toma los hechos desnudos de la ciudad y sus enfoques y, sin manipularlos, los convierte en algo extraordinario. La ciudad brilla gracias al reflejo del agua.
“Joven con arete de perla”
El colofón de esta secuencia que escribo es el cuadro “Joven con el arete de perla”, en el a mi modo de ver se concentran las habilidades antes descritas de Jan Vermeer, su predilección por el detalle, su magistral uso del equilibrio entre la luz y la sombra para destacar el objeto que pinta, la precisión para reproducir las texturas de telas, piel, brillos, lo hacen realmente uno de los pintores más excepcionales de su tiempo. Dado que su producción artística no fue muy numerosa, sus obras llegan a ser consideradas casi invaluables y creo que es muy justificado.
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