martes, 25 de mayo de 2010

PEGGY GUGGENHEIM UNA MECENAS DEL ARTE MODERNO DEL SIGLO XX



A lo largo de la historia y en especial en las artes han existido personas e instituciones que han apoyado e impulsado las diferentes manifestaciones culturales del género humano, las motivaciones de estos mecenas fueron y son diversas, pero, de todas ellas el producto innegable ha sido el legado artístico que con su afición e incluso adicción contribuyeron a dejar para el disfrute del sus contemporáneos y siguientes generaciones.

Margueritte Guggenheim (1898 – 1979) es una de las exponentes que sobresale en esa actividad particular del patronazgo a las artes plásticas. Proveniente de una rica familia minera, Margueritte (Peggy como luego se le conocería) pierde a su padre en el hundimiento del Titanic, contaba 14 años y a los 21 dispuso de una cuantiosa fortuna que significaría su liberación del medio elitesco de su familia en Nueva York. Es así, que en 1922 arriba a París, capital mundial de las vanguardias y de la mano del artista Laurence Veil a quien conoce en Nueva York y con quien se casa, inicia su contacto con el mundo formado por personalidades como Constantin Brancusi, Yves Tanguy, Samuel Beckett, Marcel Duchamp, Djuna Barnes o André Breton. Su matrimonio que no puede calificarse de normal dadas las inclinaciones a la bebida de su esposo y a los escándalos ocurridos, duró 8 años y dejo dos hijos.


A los 39 años, se produce el gran giro, sus amistades la persuaden para que invirtiese en arte contemporáneo. Marcel Duchamp, fue su guía, él le enseñó a diferenciar el surrealismo del arte abstracto según ella misma comentó. La idea de Peggy era crear un espacio para exhibir dicho arte. En 1938 crea la Guggenheim Jeune, su galería londinense, su apertura la dedica a Jean Cocteau, seguida por Kandinsky, exhibido por primera vez en Inglaterra gracias a su iniciativa. Este proyecto no dura mucho tiempo debido a los pocos ingresos que generó, además de la persistente idea de Peggy por abrir un mueso.


Durante la ocupación Nazi en Europa, en plena guerra, Guggenheim buscaba frenéticamente las obras que anhelaba, su lema fue “un cuadro al día”, en su consecución se propuso nunca pagar más allá de diez mil dólares por una pieza, y en vista de sus importantes conexiones y amistades en el ambiente artístico cerraba los negocios directamente con los artistas en cantidades mucho menores, a veces en fraccione de su valor mil dólares. En este proceso adquieres Picassos, Chagalls, Klees , Miros y una larga lista de nombres. A punto estuvo de caer en manos de los nazis en su carrera por obtener una escultura que ambicionaba, un Giacometti.
La guerra obstaculizo su proyecto del museo londinense y regresa a Norteamérica. En 1942, inaugura su galería “Art of This Century” , en la cual se esforzó por impulsar las nuevas tendencias, el Cubismo o el Surrealismo , pero es definitivamente con el Expresionismo Abstracto que su contribución es singular, ya que supo apreciar el gran potencial de ese grupo de pintores colegiados bajo el nombre de “Escuela de Nueva York”. Apoyo a uno de sus más destacados exponentes, Jackson Pollock (ver entrada en este Blog: Jackson Pollock, Pintura Aleatoria – Pintura en Acción) a quien mantuvo asalariado a cambio de sus obras por dos años emulando las prácticas de cortes reales.


Palazzo Venier dei Leoni

Se dice que la adicción de Peggy Guggenheim llegó al extremo de además de coleccionar arte, también coleccionaba a sus creadores, incluso llegando a rebasar el aspecto profesional. Actuaba como madre, amiga y algunas veces, como amante. Era una persona excéntrica y a veces tacaña, gastaba miles de dólares en obras de arte y en sus grandes fiestas escatimaba con la calidad de sus bebidas. En 1948 recibió una invitación para mostrar su colección en la Bienal de Venecia. Hacia esta ciudad italiana parte y en ella se queda hasta su muerte. Compró un palacio a medio terminar y en él se rodeó de sus obras, amistades y mascotas preferidas. En la ciudad la apodaban “L´ultima doghessa” ("La última duquesa"). Pasó sus años entregada a su vida de coleccionista y de a poco deja que la historia del arte continúe sin su huella.


El palacio veneciano de Peggy Guggenheim llamado Venier dei Leoni es actualmente un museo que contiene sus 260 piezas de arte cuyo valor puede decirse se ha incrementado exponencialmente. Este espacio es considerado como el mejor museo de arte contemporáneo de la primera mitad del siglo XX en Italia.

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